Bernard Diederich / El Caribe

Existen algunos que están tan equivocados en cuanto a los recientes acontecimientos ocurridos en Haití que no ayudan al pueblo haitiano. Tienen el deber moral de observar los hechos y la realidad más allá de Aristide. El pueblo haitiano necesita tener gobernabilidad, una vida, que termine su miseria y la opresión. Han sufrido suficiente a lo largo de 29 años de una férrea dictadura bajo Duvalier, sangrientas dictaduras militares y la década perdida del violento desgobierno de Aristide. El pueblo haitiano ha sufrido bastante. El engaño fue mayor porque en 1990 vieron en el padre Jean Bertrand Aristide no a un político sino a un profeta. Los ?expertos? extranjeros sobre Haití han estado en la palestra presentando sus opiniones sobre la renuncia de Aristide el 29 de febrero, en audiencias en Washington y en los medios de comunicación. Tildan a Haití de ?Estado fracasado? y de ?Estado de narcotraficantes?, y buscan satanizar a Aristide o excusarle sus pecados. A menudo olvidan al pueblo haitiano.
Como si su sufrimiento no fuera suficiente, el pueblo haitiano ahora se ha convertido en una pelota de fútbol dentro de la carrera presidencial estadounidense. El senador John Kerry, el candidato demócrata, le dijo al periódico The New York Times, cuando hacía campaña en Houston, que, si hubiese sido el presidente, habría estado preparado para enviar tropas ?inmediatamente? para salvar la presidencia de Aristide. Se ha señalado que, el mismo día, los pistoleros del partido Lavalas de Aristide le dispararon a más de 25 manifestantes pacíficos, con algunas víctimas mortales. El presidente George Bush no envió tropas para mantener a Aristide en el poder. El secretario de Estado Colin L. Powell dijo que ?francamente no hay entusiasmo? dentro de la administración de Bush en cuanto a enviar tropas o fuerzas policiales para sofocar la violencia?.
De acuerdo
Los miembros de la comisión ejecutiva de los miembros afroamericanos en el Congreso y algunos demócratas están de acuerdo con la versión de Aristide de que fue ?secuestrado? y acusan a Washington de apoyar un ?cambio de régimen?, diciendo que de hecho fue un golpe de Estado. No toman en cuenta la carnicería que causaron los pistoleros de Lavalas, los asesinatos de haitianos inocentes y tratan de mantener a Aristide vigente como buen tema político y controversial mientras dure la temporada de elecciones.
Obviamente encantados ante la muestra de apoyo, Aristide se ha convertido en el preferido de la poco crítica Comunidad Caribeña (Caricom) y en particular del primer ministro jamaiquino, PJ. Patterson, presidente de ese organismo, quien encabeza el movimiento para beatificar a Aristide y disfruta de la oportunidad de darle una ?galleta sin manos? al presidente Bush. Orlando Marville, un respetado ex diplomático de Barbados, quien encabezó el equipo de observadores electorales de la OEA durante las disputadas elecciones parlamentarias en Haití en 2000 (la OEA concluyó que esas elecciones no fueron ?serias ni justas?), en su escrito en el diario de Barbados ?Nation?, el 14 de marzo, declara: ?Es necesario olvidar a Aristide, aunque esté en Jamaica. Él fue electo (en el 2000) en circunstancias que no habrían sido aceptables en ningún otro lugar dentro de la comunidad de Caricom y él ha polarizado al país, tirado a la calle bandas de asesinos y ha amasado una gran fortuna y empobrecido al pueblo. No es probable que represente una fuerza positiva en el futuro de Haití?.
¿Quién fue?
¿Quién derrocó a Aristide? Estados Unidos y Francia se llevan gran parte del crédito. Aristide
acusa a los grandes poderes. Sus cabilderos en Estados Unidos propagaron esa especie. El crédito de la salida de Aristide debe dársele a los valientes jóvenes estudiantes haitianos, algunos de los cuales murieron en marchas pacíficas de protesta. No era posible destituirlo ni llamar a un referendo porque no había parlamento; la alternativa era marchas de protesta y miles marcharon diariamente cayendo víctimas de los secuaces de Aristide, los ?chimieres?. En Puerto Príncipe y otros pueblos y ciudades en Haití, la gente se tiró a las calles protestando pacíficamente. Aristide mismo no le hizo caso a los manifestantes que pedían su renuncia, llamándolos ?tizuits? -una pequeña minoría. Estos eran en realidad una gran mayoría y lograron paralizar el país.
Fue Aristide
En el análisis final, Aristide causó su propio derrocamiento. El pequeño cura, quien en unos años pasó de vivir en un cuarto de la escuela salesiana a una villa de altas verjas con 10 habitaciones, en los suburbios de Tabarre, logró el estatus social de burgués, precisamente la clase que él dice odiar. Junto a este cambio de morada vino un mandato arrogante, autocrático y desacertado y una dependencia de un ejército de matones. Sus odiados ?macoutes? eran conocidos como ?chimieres?. Un joven jefe de una de las bandas de Aristide señaló en Cité Soleil: ?Somos los hijos de los ?macoutes?.
Las masivas protestas escenificadas en la capital fueron únicas. Fueron una muestra de que los haitianos de todas las clases sociales eran capaces de unirse y protestar juntos y con disciplina. Ricos y pobres, hombres, mujeres y hasta minusválidos en sillas de ruedas, caminaron durante millas, hombro con hombro, protestando contra el arbitrario mandato de Aristide y pidiendo su renuncia.
A principios de diciembre del 2003, el partido Lavalas de Aristide enfrentó a la universidad. Fue entonces cuando los estudiantes universitarios y los de las secundarias provenientes de las clases pobres y media encabezaron las protestas. Aristide estaba derrotado. Sus secuaces se hicieron más agresivos y la Policía lanzaba gases lacrimógenos contra los manifestantes. Los ?chimieres? mataron o hirieron a los estudiantes pero las protestas siguieron siendo no violentas.
?Extraordinario, verdaderamente extraordinario?, dijo un rico empresario que participaba en las marchas. Para febrero, las protestas habían paralizado el país. Entonces entró en escena la chusma. Rebeldes de mala conducta que se lucieron frente a la televisión norteamericana, francesa y británica.
Los rebeldes
El puñado de ?rebeldes? que cruzó hacia Haití desde RD perjudicó la imagen de los manifestantes no violentos. Sin embargo, esos rebeldes no eran la verdadera oposición. Eran oportunistas. Aprovecharon la creciente anarquía por toda la nación para asaltar ciudades y pueblos. La gente pobre, harta del acoso diario de los matones y ?chimieres? de Aristide, les dio la bienvenida. No podían saber del récord que tenían los rebeldes de violaciones contra los derechos humanos o su involucramiento en el tráfico de drogas.
Mucha ficción ha surgido alrededor de los ?rebeldes?. Un encabezado en el New York Times declara: ?Los veteranos de pasadas oleadas de asesinatos están dirigiendo a los nuevos rebeldes haitianos?.
Los rebeldes eran parte de un grupo relativamente pequeño cuando emergió y eran expertos en saltar la frontera. Los mitos aumentaron tan pronto estos se adentraron violentamente en Haití. Los cabilderos de Aristide insisten en que estaban apoyados por la CIA o entrenados en RD por las fuerzas especiales del Ejército norteamericano. ?Los ?rebeldes? se ríen de eso. Alardean de que ellos podrían darle entrenamiento a las fuerzas especiales y enseñarles una que otra cosa. Los rebeldes compraron gran parte del equipo en RD. Muchos portaban rifles antiguos marca Springfield, de la Primera Guerra Mundial. Estos rifles pueden matar a un oficial de la policía
haitiana (que está equipado con pistolas calibre 38) desde una gran distancia.
Los rebeldes habían estado atacando los puestos policiales y los pueblos en Haití durante meses y construyeron un depósito de armas en el centro del país. No eran más de una docena cuando comenzaron y su líder político, Paul Arcelin, veterano de la campaña del general Leon Cantave al otro lado de la frontera en 1964, conocían a los que podrían cruzarlos desde el lado dominicano de la frontera. En Haití se les unió un antiguo camarada a quien Aristide había sacado sin darle una pensión por los años de servicio cuando éste disolvió el Ejército.
Llegó la hora
Los rebeldes vieron su oportunidad el día en que el ejército caníbal de Aristide se le puso en contra y tomaron Gonaives. Este alzamiento en Gonaives contra Aristide fue tan exitoso que lograron cortar toda la comunicación al norte del país.
Los rebeldes utilizaron una guerra de guerrilla psicológica que hizo que los ?chimieres? y la policía huyeran de Hinche y de otros pueblos en el altiplano central. Cabo Haitiano era, en sus propias palabras ?un maíz?. El pueblo cayó apenas sin combates.
La noche del 28 de febrero, a las 11 de la noche, se regó la noticia en la capital de que Aristide había empacado sus maletas y estaba presto a huir. Aristide nunca admitiría que estaba huyendo. Esto destruiría su fama de líder. ¿No había dicho que moriría en palacio? Cuando sus partidarios en Cité Soleil supieron que él había huido, dijeron inmediatamente, ?lo secuestraron?. Aristide no es un gobernante valiente. Vivía con miedo de que lo asesinaran; tenía un contrato multimillonario con una compañía de seguridad norteamericana para que lo protegieran. Se fue de Haití por miedo.
Seguridad garantizada
Kenn Kurtz, principal ejecutivo la Fundación Steele, que proveía la seguridad de Aristide desde 1998, le dijo al periódico San Francisco Chronicle el 12 de marzo del 2004: ?Nuestro trabajo era proteger al presidente de ser asesinado, secuestrado y avergonzado. Eso hicimos?. Los reportes de que los operativos de Steele en Haití le dijeron a Aristide que no iban a poder garantizar su seguridad conforme las fuerzas rebeldes se acercaban a la capital el 29 de febrero, obligando a Aristide a huir en un avión que lo esperaba, ?son totalmente contrarios a lo que pasó en realidad?, dijo Kurtz. ?De hecho ?continuó- Steele estaba preparado para defender el palacio presidencial de los ataques si Aristide hubiese decidido quedarse, como le dijo a los guardaespaldas. ?Aristide decidió al último minuto dirigirse hacia el aeropuerto, probablemente porque quería evitar un derramamiento de sangre conforme avanzaban los rebeldes?, dijo.
Kurtz agregó que era ?falso? que EE.UU. secuestrara a Aristide o que Steele influenciara su decisión de partir. Kurtz dijo que los guardaespaldas lo acompañaron al aeropuerto y fueron con él en el avión que salió de Haití. La imagen de tv mostrando al victorioso ?ejército caníbal? en Gonaives resultó desconcertante. Su líder, Amyot (Cubain) Metayer había sido asesinado brutalmente y las fotos de su cuerpo horriblemente mutilado enfurecieron a sus seguidores. La banda que él armó para aterrorizar a sus oponentes volvió para perseguirlo.
A los cabilderos de Aristide les encanta señalar la blanca tez del empresario haitiano Andre Apaid, quien tuvo el valor de denunciarlo durante las marchas de protestas debido a sus excelentes conocimientos del idioma inglés. Lo acusan de haber nacido en Norteamérica. La esposa de Aristide es norteamericana. Había miles de personas como Apaid, pero no podían hablar frente a las cámaras de tv norteamericanas. Los bien pagados cabilderos de Aristide pasan por alto las muchas peticiones que se han hecho para que Aristide renunciara, desde todos los niveles de la sociedad.
Cualquiera que viajara por Haití fue testigo de que la gente estaba harta de Aristide y de la inseguridad. Sus ?chimeres? estaban especializados en drogas, robos de carros, secuestros, asaltos en las carreteras y todo tipo de bandidaje. Cuando Aristide descubrió que no podía intimidar a la prensa, sus partidarios en Lavalas obligaron a las estaciones de radio a salir del aire, mataron, hirieron y obligaron a tres docenas de periodistas a irse al exilio. También comenzó a comprar estaciones de radio y televisión. ¿Quién fue el autor intelectual de la estrella radial Jean Dominique? No se terminó nunca una investigación sobre los asesinados durante el gobierno de Aristide.
Pasó en el 96
Un incidente me preocupó sobre Aristide cuando éste regresó al poder. Sucedió el 19 de enero de 1996, dos días después de que los miembros del ?ejército rojo? (l?armée rouge), una de las bandas originales suyas en Cité Soleil, atacaran una patrulla policial. Aristide fue a Cité Soleil junto a oficiales policiales para reconciliarlos con los atacantes. La oficial policial Marie-Christine Jeune, de 19 años, una de las primeras mujeres en graduarse de la nueva academia policial, rehusó darle la mano a los miembros de la banda. Exactamente dos meses después, el 19 de marzo, su cuerpo fue encontrado en el camino de Freres. La habían torturado y violado.
Antes y después de la salida de Aristide, Lavalas atacó empresas e industrias de sus opositores. Solían forzar las puertas y verjas e invitaban a la gente a saquear y quemar esos lugares. Más de 400 millones de dólares en daños, pero lo peor es que su rastro de destrucción privó a los haitianos pobres de sus empleos. El desastre que Aristide dejó en Haití tomará años componer. El secretario general de la ONU, Kofi Annan dijo el 8 de marzo: ?No se trata de un año ni siquiera de 10 años. Tomará mucho más tiempo, 10 años o más, y debemos ser pacientes?. Es una ironía y Haití está lleno de ironías. Cuando las tropas estadounidenses llevaron a Aristide de nuevo al poder, éste disolvió las fuerzas armadas haitianas y exigió que las tropas estadounidenses desarmaran a las fuerzas que apoyaron el golpe. Estados Unidos gastó millones para preparar la nueva fuerza policial. Una vez más, las fuerzas estadounidenses están en Haití y su trabajo estas vez es desarmar el ejército de matones de Aristide. Y pensábamos que Papa Doc era maquiavélico.
DOSSIER
La Clave
Pasado
Jean Bertrand Aristide, un ex sacerdote salesiano, ganó los comicios de 1990. Fue derrocado por Raoul Cedras en 1991 y repuesto en el cargo cuando Estados Unidos envió 20,000 soldados a Haití en 1994. En 1995, Aristide eliminó el Ejército y estableció en su lugar una fuerza policial de 5,000 efectivos para lidiar con disturbios. Aristide nació en una zona rural de la población sureña de Port Salut. Su padre, un campesino, fue linchado cuando el actual mandatario era un bebé. A los 6 años de edad Aristide fue albergado por sacerdotes de la Orden Salesiana.
El Dato
Controversia
La partida de Aristide al exilio en la República Centroafricana el 29 de febrero ha estado rodeada de controversia: el gobierno interino haitiano y Estados Unidos aseguran que el ex mandatario se fue del país luego de renunciar, pero Aristide asegura que fue derrocado por un golpe de Estado orquestado por Estados Unidos y respaldado por Francia.
La Cita
Por su cuenta Adam Ereli, portavoz del Departamento de Estado.
“Aristide renunció, su carta de renuncia es reconocida, Caricom (la Comunidad del Caribe) ha indicado que está trabajando con el nuevo gobierno.
Panorama
Nada que temer Aristide aseguró la semana pasada en Kingston que “no hay nada que temer” por su presencia en Jamaica porque sólo busca la paz en la vecina Haití. “Quiero la paz para Jamaica, para el Caribe y para todo el mundo, en todas partes. Quiero ser parte del proceso de promover la paz”, dijo Aristide en un comunicado difundido por su portavoz en Jamaica, Huntley Medley. Aristide almorzó el miércoles pasado en St. Ann con el primer ministro jamaiquino, Percival Patterson, a quien aseguró que nunca aprovecharía la hospitalidad que le otorgó esta isla caribeña “para hacer cualquier cosa política o que dañe el proceso de paz en mi amado país de Haití”.